«Dale, es por ahí» me dijeron varias veces en esos días. Ya me lo había dicho yo, pero sí, cuando otrxs nos lo reafirman, se agiganta la confianza. Son esos reflejos que reafirman la certeza.
Los días previos a la presentación de Trinchera fueron de caos, despedidas, desorden, y a la vez una certeza interna que se abrazó a ese sueño que estaba naciendo. No supe qué iba a pasar exactamente hasta que llegó el día. Arranqué con la verdad: nunca fui a la presentación de un libro. No tengo idea cómo se hace. Y ese punto de partida fue vacío fértil, el recordatorio que me hizo Trinchera más de una vez. Que a veces la mejor manera de hacer las cosas es no saber hacerlas. Y que si me ocupaba de darme lo que necesitaba, él solito iba a ir abriéndose camino y mostrándome por dónde ir.
Y así fue, como cada vez.
El evento convocaba a las 19hs pero para mí empezó a la mañana, cuando desde mi casa de repente con sólo apretar un botón viajé 1500 kilómetros hasta una terraza de Buenos Aires donde cinco de mis hermanas del camino estaban desayunando mientras me escuchaban contándoles lo que iba a pasar y me dieron ese empujoncito que tantas veces necesitamos cuando estamos a punto de saltar.
Sí, de esa tribu también se trata Trinchera, sin esa tribu no sería posible.
Hacer arte para mí no es una opción. Digo, no es que un día me planteo si escribir o no escribir, si agarrar una guitarra o no agarrarla. Es que me sale desde el impulso. Es que es mi forma de procesar las vivencias. Lo que me gusta y lo que no me gusta. Lo que quiero y lo que no quiero. Lo que sí es opción es hacer de este camino un oficio. Es compartirlo. Y elijo hacerlo por el hecho de que si lo que me estoy dando me hace bien a mí, también puede hacerle bien a otrxs. Que si yo me animo a dar lo que tengo para dar, a ocupar el rol que vine a ocupar, tal vez sea una pizca de impulso para que alguien más se anime. Y si me animo no es sólo por mi impulso sino porque hay una red que me abraza y me sostiene en cada salto.
¿Cómo se mezcla un baby shower con la presentación de un libro? Pregúntenle a mi imaginación, que esa fue la primera imagen que me mostró. Entendí que a esa semilla que estaba naciendo la regábamos entre todxs. Y así fue. Trinchera llevó la suya, y ese nacimiento hizo que brotaran un montón más. Nos trajo preguntas que se multiplicaron. Nos convocó al ritual que le hizo espacio a la complicidad. Y sí, la magia nos abrazó una vez más. Cuando veo los registros y me encuentro con miradas brillantes, me doy cuenta de que se trata de eso.
Qué difícil contarles el paso a paso de lo que pasó. Hay momentos que no se pueden explicar con palabras. Paradójicamente, por eso es que escribo, para abrazar esos instantes donde las palabras sobran.
Por suerte este ritual recién empezó. Y nos espera un viaje que inicia con las primeras chispas que encienden el fuego.